Después de días por la montaña. Llegamos a la playa. Benicàssim sigue en su sitio pese a que:
a) Hace mil de calor (en plan, no sé puede ni respirar).
b) Está abarrotadísimo (contraste infinito con nuestras escapadas hibernales cuando no había ni Peter).
Día playero de amigos en la mítica Tasca el Pollo. |
Adiós a los días de no parar. Hola a la calma, la playa, los paseos de más de una hora, las tardes eternas de lectura a la orilla del mar o en la mecedora del apartamento. Ahora El retraro de Dorian Gray, mañana... quién sabe.
Empezamos a atisbar la rutina de septiembre. Las primeras obligaciones marcadas para la vuelta al cole comparten horas con los paseos en mi recuperada bici rosa (regalo de aquellos tiempos en los que en su tierna infancia una celebraba actos religiosos), con los chapuzones playeros frente a Rambla, con las comidas, encuentros (y desencuentros) familiares y los ratos con los amigos.
Mi bicicleta rosa a punto de ser reparada. |
Continuamos de vacaciones, con todo lo bueno que ello conlleva, pero... te echo de menos.
Lo que es mítico son los chapuzones en la playa de la almadraba y los paseos hasta voramar. Besos.
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