martes, 16 de agosto de 2011

Lunes de la Asunción: amigos, paella, sangría y resbaladera

Nada mejor que aprovechar un lunes festivo (15 de agosto, día de la Asunción) con los amigos. Después de varios días de ser dos en una casa de cuatro dormitorios (y nueve camas)...llegaron los de Castellón y empezó la fiesta. En total,17 personas nos juntamos bajo la sombra de la parra y el olivo para comer una paella a la leña de chuparse los dedos hecha por el novio de una amiga.


Expedición castellonense: la pandilla paella bajo la parra.


Celebrando los 28 de Nuria.
Paella, ensaladas (valencianas), papas García traídas de Castellón (las mejores patatas fritas del mundo), pipas y demás frutos secos, aceitunas... comilona rica regada con cervecita, refrescos y sangría de la casa (volví a demostrar que a la hora de hacer sangría... pocos me ganan!) para una jornada lúdico festiva que comenzó hacia las 12.30-13.00 horas con la llegada del primero de los coches y quer contó hasta con tarta y velas de cumpleaños.
LA PAELLA.

Lo de dar un paseo por el pueblo o tomarnos una cervecita en el bar Capilla quedó aplazado a futuras visitas. Y es que en el patio de la casa se estaba tan a gusto (sobre todo después de dar algún que otro manguerazo), que no apetecía mucho eso de salir a dar vueltas por el pueblo. (Pese a que de vez en cuando se oía la charanga de los festeros de San Roque, fiestas que comienzan esta semana en toda España en general y en Jérica en particular y que han tenido hoy martes su primer incidente: la piscina del pueblo cerrada por acto vandálico, tal y como nos enteramos por el bando y por Montse).

La idea de X y M de traer el trivial... un éxito. Tomarnos el café dentro de la casa ya a la sombra (a las 17.00 el sol caía que daba gusto en el patio) y competir chicos contra chicas siempre es divertido. Cerrar próximas excursiones... también.
Niña grande en la Resbaladera de Jérica.


Una lástima lo pronto que se fue todo el mundo, la verdad es que nos estábamos riendo tanto... aunque la siesta post macrovisita no estuvo mal y nos permitió coger fuerzas para cumplir con uno de los imprescindibles de Jérica: la resbaladera.

Hacia las 20.30-21.00 horas, Rob y yo salimos de casa. Subida hacia la torre y... tachán tachán... ¡a resbalarnos se ha dicho! Parecíamos dos niños grandes de las risas y las culadas montaña arriba y montaña abajo. En momentos como este uno piensa que no hace falta mucho para ser feliz.

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